Medias de rejilla.




Acuchillada.
Allí, sobre aquellas baldosas grises y gastadas por el paso del tiempo yacía el cuerpo pálido de la dama del Sena, de Margott.
Sus labios bañados en carmín estaban entreabiertos como se abren al suspirar, aquel suspiro era de ayuda.
El vestido negro con remates en seda que le había robado a la esposa de uno de esos clientes ricos que ella usaba estaba tintado del rojo de su sangre. Y el cuchillo rodó calle abajo, haciendo resonar el metal a sus pasos.
El pelo de la joven estaba alborotado, y el insensato de su amante, el asesino, había decidio peinarla antes de desaparecer entre las sombras. "La maté por serme infiel". No querido, no te era infiel, sólo hacía su trabajo.

1 comentario:

Ezequiel Martin Barakat dijo...

Te encontré por esas casualidades que tiene el destino cibernético...y acá me quede un rato largo, leyéndote. Me gusta mucho tu blog, te seguiré. Un gran 2010! Ezequiel