Leer en tus pupilas sueños de domingo.

Antes me aborrecían los domingos. Levantarse, limpiar la casa, comer, ducharse, quitarse el pijama (el más feo, el de osos de colores), coger una peli en el videoclub y verla, tirada en el sofá, en la compañía más agradable que encontraba: un cojín. Ahora son mi día preferido, son nuestro día. Para levantarme pongo esa canción tan alegre, sabes, la de "Sugar sugar" porque es como ¡vamos, venga, levántate, te espera una tostada hasta los topes de mermelada y un café calentito!" Luego reviso el correo, a ver si tengo algún grito de amor desde Finlandia, o quizá desde Noruega, aunque normalmente sólo encuentro la factura del teléfono, y tras dejarla otra vez en el buzón, entro otra vez en casa. Tengo un mensaje tuyo,como todas las mañanas. palabras bonitas que separadas no dicen nada, pero unidas, unidas por ti, hacen que se me ensanche el pecho. Palabras que renuevan mi sonrisa. Ya no hace falta preguntarlo, hoy nos vemos. Truene, llueva o diluvie. Nada puede evitarlo. Y aunque todo esté cerrado, y tengamos que vivir una aventura y mil catástrofes para poder tomar un café (siempre acabamos en el mismo, atendidos por el mismo camarero, y bebiendo un café con leche grande con leche desnatada), es la mejor tarde de la semana. Aunque no haya café puedo beberte a ti, dejarte seco y volver a beberte, al igual que puedes tú comerme, y devorar mi mente con tus ideas y pensamientos que aunque, a veces no tienen sentido, me parecen de lo más fascinante. Pasear por el mismo parque y recorrer los mismos senderos una y otra vez es a lo que nos dedicamos, analizando todo desde distintos planos, y charlando de cosas estúpidas, hasta que decides que ya he hablado demasiado, y me callas. Me callas con el mejor de los sellos, la carne rosácea de tus labios, que hacen que los míos se estremezcan con tu contacto. Y luego, el silencio. Intentar mirarte a los ojos sin apartar la mirada, y comunicarnos sin hablar, leyendo en las pupilas.Y mientras el resto de la gente detesta los domingos y se resigna a pudrirse en sus casas, nosotros nos encontramos en una ciudad vacía, que rebosa de amor. Y es todo para nosotros.

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