Quería agarrar a esa estúpida por el vestido que llevaba y ponerla al borde de la ventana, mirarla con asco y espetarle en la cara: "Ey mona, tus pasteles son un asco." Y la empujaría. Entonces el corazón se le pararía del miedo, y lloraría mientras intentaba salvarse. Sí, caería al vacío, gritando tal y como gritaba cuando se tiraba a mi marido.
1 comentario:
Y de qué son los pasteles?
Es diferente, cuando se tiraba a su marido gritaba de placer, no de miedo.
Cada vezs que vengo aquí me apetece tomarme un helado, rosa.
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